La verdad es que no tengo nada claro que se pueda volar en globo en Cuenca. No lo decía cualquiera, lo decía un piloto experimentado que ha volado por varios países y en varios tipos de aeronaves. Es un vuelo complejo, toda la parte Norte y Este son bosque, no debe ser fácil aterrizar allí.
Después de nuestro primer mes de operaciones nos gustaría compartir con todos aquellos que habéis venido a volar con nosotros por Cuenca, queréis venir o simplemente nos seguís por curiosidad, los escollos que hemos tenido que superar para llegar a donde hemos llegado. Sabemos que esto es sólo el principio de un viaje que durará lo que dure, pero no le tenemos miedo al viento. Allá donde llegue este sueño llegará. Nosotros disfrutaremos la travesía.
Había razones para que el resto de empresa no vinieran a volar en globo a Cuenca
La conversación del primer párrafo la teníamos poco después de Semana Santa. Sergio y yo conteníamos las emociones como podíamos. Nadie se puede imaginar el crisol de sentimientos que nos invadía en aquel momento. El piloto que decía esto había pasado por Cuenca hacía pocos días y veía con cierta incredulidad nuestro proyecto. Para nosotros, que ya habíamos comprado el globo, el panorama era desolador. Sabíamos desde el principio que no iba a ser fácil, sabíamos que había razones de peso para que el resto de empresas no vinieran a volar a nuestra tierra, pero no queríamos tirar la toalla.
Salimos de allí mudos. Sin atrevernos a hablar. Casi sin mirarnos a la cara. Desde el inicio el fantasma de este problema siempre había flotado entre nosotros. Sabíamos que sería complejo volar el casco antiguo y que probablemente ofreciéramos un paseo en globo en el que pasáramos desde lejos por la parte antigua de la ciudad, pero al fin y al cabo es lo que se hace en varios sitios de España. Ahora bien, de ahí a no poder volar… había una gran diferencia. Si no podíamos volar no teníamos proyecto. Ya nos había advertido Javi desde México; volar en Cuenca no es fácil. Es muy probable que el 50% de los días tengáis que suspender el vuelo o ir a volar a otras localizaciones, lejos de allí.

Podríamos irnos a Segovia y volar en globo allí, como hacían el resto de empresas
No somos pilotos. Nos vamos a formar para serlo porque nos apasiona este mundo, pero no lo somos. Ni mucho menos tenemos las 100 horas de vuelo necesarias que hay que tener para ser piloto comercial. Es posible que ni siquiera lleguemos jamás a tener las más de 2.000 horas que tenía el piloto que nos echaba ese jarro de agua fría en la cara. Sergio, se echaba las manos a la cabeza. Estuvo varios días sin dormir según me confesaría días después. Yo sólo pensaba en planes B; Segóbriga, Belmonte, en última instancia podríamos irnos a Segovia y volar en globo allí, como el resto de empresas. Todos los planes B pasaban por dejar de lado nuestro sueño.
No éramos pilotos, no, pero somos de Cuenca. Conocemos Cuenca. Llevamos pateando Cuenca desde que tenemos fuerzas para andar. La primera pelea fuerte que recuerdo con mi madre fue cuando, con siete años, no me dejó salir al campo en jueves lardero (un día en el que es tradición salir a comer al campo). Estaba nevando y yo quería ir con mis amigos Santi y Sergio (también de siete años) a caminar. No nos podía pasar nada. Mi madre no me dejó salir y yo me pasé llorando todo el día. Santi y Sergio fueron y comieron fuera. En la nieve. Eran otros tiempos, eso está claro.
Vimos Cuenca desde una nueva perspectiva, como si estuviéramos volando
Y con el mismo tesón de nuestros siete años nos pusimos a trabajar. Lo primero que hicimos fue coger el coche y recorrer todos los rincones nuevamente, verlos desde una nueva perspectiva, como si estuviéramos volando. Dejamos de ver claros en el bosque para ver campas de aterrizaje y las riveras de los ríos se transformaron en pistas de aeropuerto. Igualmente empezamos a estudiar los vientos locales. El viento solano, típico de nuestras tierras de Castilla, se transformó en nuestro aliado. Este viento sopla desde el Este al Oeste por la mañana muy pronto y nos transporta a lugares muy cómodos de aterrizaje; todas las tierras del W de Cuenca, Nohales, Chillaron… Después comenzamos a cartografiar. Nos pusimos a dibujar sobre el plano, con la ayuda del Google Earth y la base adquirida en nuestras visitas, todas las zonas posibles de aterrizaje. Hubo quien nos dijo que perdíamos el tiempo, pero nosotros no pensábamos dejar nuestro sueño de lado sin pelearlo y lo único que podíamos hacer era eso. Prever todo lo previsible. Poco a poco, frente a nosotros se empezó a dibujar una situación distinta. Con un análisis exhaustivo de la zona ya no existían problemas al Norte. Teníamos franjas de aterrizaje bastante grandes que en un primer análisis una persona desconocedora de la tierra sería incapaz de ver. Igualmente, el viento solano estaba de nuestro lado. Él nos empujaría de E a W para darnos grandes zonas abiertas de aterrizaje.
Entonces tuvimos otro percance. Javi, nuestro piloto, acababa de volver de su aventura mexicana y lo que tenía que ser una simple actualización de la licencia de vuelo se transformó en un tedioso proceso burocrático que acabaría durando meses. Ahora nuestro problema era doble. Ya no sólo no teníamos asegurado el lugar de vuelo, ahora ¡No teníamos piloto! Habíamos prometido comenzar la primera quincena de Junio y en ese momento no sabíamos si tendríamos piloto para Julio… Si perdíamos esos dos meses no sólo perderíamos credibilidad de cara a la gente que nos seguía en este proyecto, sino que perderíamos dos meses fuertes de ingresos, vitales en nuestro plan de negocio. Estábamos hablando de ser comidos por los gastos indirectos y quedarnos casi sin fondos para poder acometer la empresa… los que hayan montado un negocio alguna vez saben muy bien de lo que hablamos.

Necesitábamos un piloto dispuesto a venir a volar en globo a Cuenca
Así que nos pusimos manos a la obra. Nos pusimos a buscar un piloto como locos. A todo aquel que tenía algo que ver con el mundo de los globos le preguntábamos si conocía a algún piloto que no le importase venir a volar con nosotros ¡A Cuenca!. En este punto me gustaría tratar de transmitir la dificultad extraordinaria a la que nos enfrentábamos. Por un lado, queríamos un piloto para Junio y posiblemente Julio, temporada alta. En esos días todos los pilotos de España están trabajando cómodamente en empresas ya apalabradas meses atrás. Por otro lado, lo queríamos traer a volar a Cuenca… sabiendo lo que pensaban algunos pilotos experimentados al respecto. Por último, éramos una empresa que no es que no tuviera pasajeros, es que aun no habíamos ni abierto el calendario de venta. Y no lo habíamos abierto porque no teníamos piloto…
¿Alguna vez habéis querido tirar la toalla? En medio de esta desesperación todavía estábamos corriendo para tener los papeles de la aeronave al día, para tener la empresa montada con todos los permisos correspondientes (creedme que esto no es fácil cuando se habla de empresas de transporte de pasajeros aéreo) y para que todo funcionara correctamente; la pagina web, las redes sociales, la pasarela de pago, los procedimientos de vuelo, el sistema de reservas… No teníamos tiempo para tirar la toalla… quizás por eso no lo hicimos.
Uno de los pilotos de globo más expertos del plantel nacional estaba de paso por España
Y así, sin piloto y sin la certeza de poder volar en globo por Cuenca, la suerte dio un bandazo inexplicable. De repente, hablando con Jordi, un experto en este mundo de los globos, me dijo que Manel, uno de los pilotos más expertos del plantel nacional, estaba de paso por España. En ese momento habíamos escuchado su nombre de refilón porque este mundo es muy pequeño, pero no lo conocíamos de primera mano. Le llamamos y le contamos lo que queríamos hacer. La conversación fue excelente; de esas en las que las cosas son claras y llanas, a corazón roto, como dirían los más viejos del lugar. Nosotros le contamos nuestra situación, sin tapujos, pensando que le íbamos a echar para atrás. El efecto fue exactamente el contrario, le superó la idea del reto. Y es que casi todos los pilotos de globo tienen ese punto singular de disfrutar con los retos. La única dificultad añadida es que, lógicamente, le tendríamos que asegurar un numero mínimo de vuelos. En caso de no hacerlos tendríamos que pagarlos igual. Esto es perfectamente lógico y normal en el gremio. Nuestro problema es que aun ni habíamos publicado nuestro calendario. Si no conseguíamos clientes ya no nos comerían los costos indirectos… ¡nos comerían los directos también! En ese momento nadie, incluido Manel, pensaba que pudiéramos reunir clientes suficientes para realizar los vuelos mínimos acordados.
Cambio de viento
De repente el viento comenzó a cambiar de dirección. Lo que habían sido problemas continuados y callejones sin salida comenzó a convertirse en problemas salvables. En primer lugar, teníamos un piloto, pero no cualquier piloto. En la segunda conversación que tuvimos con Manel nos enteramos que era experto en vuelos de montaña; había volado varios años en los Alpes. Aunque Cuenca es media montaña el vuelo por aquí se asemeja más al vuelo en una cordillera cualquiera que en las planicies de Segovia. Compartimos con él nuestras impresiones y todos los planos que habíamos realizado y quedamos que vendría una semana antes de empezar las operaciones para ver Cuenca. Estuvimos durante tres días dando vueltas por los alrededores de la ciudad, viendo todas las posibilidades y todas las zonas de despegue y aterrizaje. Diría incluso que nos llegamos a subir a alguna torreta de prevención de incendios para ver bien el terreno; lo diría sino fuera porque esta prohibido hacerlo. Hicimos varias pruebas y funcionaron.

El mejor viento que uno puede tener para volar en globo por Cuenca es viento del Norte
Por otra parte, abrimos la venta por internet y nos fue suficientemente bien. Aquí hay que agradecer la difusión que nos dieron los medios de comunicación locales que tuvieron a bien publicar una nota de prensa que les enviamos. La cosa comenzaba a funcionar… y por fin llegó el primer vuelo de prueba con prensa. No eran pasajeros, pero había que hacerlo bien. Esa iba a ser nuestra tarjeta de presentación de cara al resto del mundo. Y aquí tuvimos ayuda divina. El mejor viento que uno puede tener para volar en Cuenca es viento del Norte. Eso nos asegura que vamos a ver con absoluta seguridad el casco antiguo y que vamos a aterrizar en una zona completamente despejada. Lo más curioso de todo es que el viento del Norte se da una vez cada mes o dos meses… De alguna forma pareciera que el destino premiaba nuestra tenacidad y horas de insomnio…
El vuelo fue un éxito. La prensa quedó encantada. De verdad. A estas alturas de la vida uno ya sabe leer las caras y aquello fue pura felicidad. Pura. Salimos de nuevo en la prensa y eso fue el último empujón para comenzar a rellenar los vuelos que teníamos previstos.
La única duda era que, siendo el viento del Norte tan raro en Cuenca, si podríamos repetir un vuelo tan bueno para nuestros clientes. Y ahí Manel se guardaba un as en la manga. Lo consiguió; de una forma simple fácil y segura que nadie había tenido en cuenta.
¿Queréis saber cómo lo hizo? Si quereis os lo contamos en una nueva entrada.
¡Vuela con nosotros!
Quieres sobrevolar Cuenca Ciudad Patrimonio de la Humanidad, o impresionantes localizaciones dentro de la Provincia, como el Parque arqueológico de Segóbriga, el Castillo de Belmonte o el Monasterio de Uclés entre otros...
Queremos saber como continua la historia, creo que fuimos unos de los primeros en volar y encsntadismos con todo el equipo.
Hola Alberto!!! en breve la continuación de la historia… 😉